Los que llevamos varios años disfrutando de la cerveza artesana tenemos asumido el inagotable goteo de cervezas nuevas en el mercado cada día. Se ha convertido en algo normal que algunas fábricas saquen varias referencias nuevas por mes, incluso varias por semana. Y, lo que en un momento fue clave como dinamizador en el sector, hoy se está convirtiendo en un problema cada vez más grande para toda la cadena al que, bajo mi opinión, hay que ponerle coto antes de que nos fagocite (si es que no lo ha hecho ya).

Voy a intentar desgranar cómo hemos llegado hasta este (perdón si ha sonado apocalíptico) punto.

Hace unos meses tenía una charla con Arturo Ruiz, de Cervecera Península, en la que me proponía la teoría de que gran parte de los amantes de la cerveza artesana tenían alma de coleccionista. La hago mía en este artículo. Gente que de pequeños coleccionaban cromos, tazos, zompos o canicas; de adolescentes discos, películas, posters o sellos y, más adelante, cualquier otra cosa susceptible de ser coleccionada. Hasta que en algún momento descubren que la cerveza también se puede coleccionar.

Y no estoy hablando únicamente de coleccionar chapas, etiquetas, posavasos, vasos, copas y otro merchandising cervecero. Hablo de coleccionar el hecho de haber probado cervezas diferentes. Y, evidentemente, la cerveza bebida no se puede coleccionar físicamente, por mucho que guardes la botella o la lata. Coleccionas la experiencia, el momento sensorial vivido. En un supermercado normal, la oferta de cervezas comerciales no pasa de las dos decenas; en un hipermercado, vamos a ponerle (siendo generosos y asumiendo que tienen cervezas de importación) unas cien. Para un coleccionista es un número que se puede alcanzar en pocos meses a medio rendimiento.

De ahí muchos pasaron a descubrir el mundo de la cerveza de importación, especialmente Belga y Alemana, en el que (además, por supuesto, de encontrar cervezas de mayor calidad) la cantidad de fábricas y estilos distintos ya es mucho mayor de la que se podía encontrar en España. Pero aún así, con el paso de los años también se van agotando las posibilidades de encontrar nuevas cervezas que aún no se hayan probado, a no ser que viajes a esos países.

Y finalmente llegan las fábricas de cerveza artesana a nuestro país. Al principio muy poco a poco y con distribución limitada, pero creciendo rápidamente en número por todo el territorio y ofreciendo cada vez más cervezas distintas. Y también aparecen aplicaciones como Untappd en las que ¡oh, maravilla! puedes registrar todas y cada una de las cervezas que pruebas, incluso dándoles puntuación. Sí, ahora hay un álbum donde pegar cada una de esas experiencias sensoriales. Y llegados a este punto… ¡BUM!

Las fábricas se dan cuenta de que, aunque tienen cervezas de gama base que gustan y venden bien, las nuevas cervezas creadas se venden MUY bien. El crear nuevas recetas ya no solo es un acto de experimentación para mejorar y probar, por ejemplo, nuevos lúpulos. Se convierte en una pata importante de negocio porque aparecen estos clientes «coleccionistas de novedades» a los que les da igual si sacan 2 cervezas nuevas al mes o 10. Las van a probar todas porque no pueden evitarlo. Y así la cosa, pues sacan 10. Algunas, incluso más. Normal.

Y hasta aquí todo iba relativamente bien, a lomos del crecimiento de seguidores de cerveza craft en España todos los trabajadores del sector vamos asimilando que es lo que toca. Que si quieres funcionar tienes que subirte a la tabla y surfear la inmensa ola de las novedades sin fin. Aunque tengas que dedicar más tiempo a inventar nombres y etiquetas (las fábricas) o a crear productos nuevos en el sistema (las tiendas) que a otros aspectos que antes eran lo más importante como crear y hacer crecer la cultura cervecera de todos los que te rodean.

Pero claro. El crecimiento no puede ser infinito. Cuando la cantidad de consumidores se estanca, el nivel de las cerveceras va subiendo, aparecen nuevas fábricas (algunas de ellas funcionando directamente con el formato de novedades y sin gama base) y se suma que también crece y mejora la importación de cervezas de calidad de fábricas Europeas y Americanas; llega un momento en el que la cantidad disponible de cervezas nuevas en el mercado diariamente es mucho mayor que la capacidad de consumirlas de todos los coleccionistas cerveceros juntos.

Llegando al momento actual.

Y al problema al que aludía en el primer párrafo. Que las fábricas saquen tantas novedades de manera continua ha pasado de ser un gancho y una pata de negocio a ser la única estrategia en muchos casos. Y esto implica, entre otras cosas, que las cervezas sean más caras:

  • Una cerveza con una receta probada que se elabora lote tras lote se optimiza al máximo en cuanto al coste de producción.
  • Imprimir un millón de etiquetas sale mucho más barato que imprimir mil.
  • Al diseñador de la etiqueta hay que pagarle.
  • El distribuidor y la tienda tienen que asumir más volumen de cervezas porque la semana que viene llegan más novedades que también es «obligado» tener. Tienen la presión de venderlas rápido y sube el riesgo de que se le estanquen y pierdan dinero, por lo que tienen que subir sus márgenes.
  • Más dedicación de horas de los comerciales de las fábricas y distribuidores, trabajadores de tiendas, y de todos en general en crear productos en sistemas y crear al cliente expectativas para la venta. Horas = Dinero.
  • Y mucho más…

Muchos clientes están a tope en la ola pero otros se están hartando y se están bajando ya, dándose cuenta de que, en realidad, no tiene ningún sentido. Porque se puede entender que hagas una cerveza nueva si te acaba de llegar el último lúpulo de Yakima Chief y quieres probarlo. Pero hacer la enésima Hazy IPA con Citra y Mosaic, que en una cata a ciegas nadie sabría diferenciar de las otras 17 que elaboraste en los últimos dos años… pues no. Eso sí, el nombre y la etiqueta están de lujo. Para los coleccionistas.

Se da la paradoja de que durante los últimos años trabajando en el sector, muchos clientes se me quejaban de que les daba rabia que habían probado una cerveza que les había encantado pero que cuando la volvían a buscar ya no estaba disponible, porque era un lote único y ahora de esa fábrica había otras 5 cervezas diferentes. Pero, al mismo tiempo, esos mismos clientes son los que habitualmente basan sus compras de cerveza en las novedades semanales o quincenales. Es decir, con tu manera de consumo estás provocando lo mismo de lo que luego te quejas.

Cuando pregunto a los elaboradores de las fábricas la respuesta está clara: Elaboran lo que les gusta pero, sobre todo, lo que se vende bien. Y no solo referente al estilo de la cerveza en sí. Si los clientes demandan una cerveza nueva, con nueva etiqueta, nuevo nombre y nueva mezcla de lúpulos… pues eso que se enlata. Lógico.

Y es que ninguno de los trabajadores del sector nos debemos de quitar la responsabilidad. Fábricas, tiendas y distribuidores. No vale con decir: es que es lo que el cliente final demanda. No caigamos en la trampa. Aún así os dejo un dato. En esta misma tienda, si no añado novedades durante una semana los pedidos bajan un 80% o más.

Es por eso que en la página principal lo primero que aparece al hacer scroll son las novedades, y hasta ahora cuando llegabas a la página de cervezas, estaban ordenadas de manera predefinida por las últimas en llegar. Y digo hasta ahora porque he decidido cambiarlo y pasar a ordenarlas por popularidad (evidentemente cada usuario puede ordenarlo como prefiera para hacer sus compras).

Es un gesto pequeño. Casi imperceptible, diría yo. Pero ahí lo dejo. Evidentemente no puedo dejar de traer novedades porque tampoco soy idiota y me gusta comer todos los días. De hecho seguiré tratando de traer lo mejor de lo mejor, como siempre. Pero voy a dedicar más tiempo a las cervezas «fijas» que, curiosamente, muchos de los coleccionistas cerveceros no han probado nunca.

-¿Para qué voy a probar una Samuel Smith o una Mahrs si tengo disponibles 500 cervezas nuevas cada semana? – Dirán.

-Pues quizá porque alguna de esas va a ser tu cerveza favorita y además la podrás conseguir cuando quieras, tantas como quieras. ¿Te parece poco? – Contestaré.